jueves, 15 de octubre de 2015

Hablemos de gustos.

Soy peor escribiendo de lo que crees, y de lo que yo creo.
Hago tachones, emborrono el folio y mis palabras acaban perdiendo todo el sentido.
Pierdo el ritmo de lo que estoy escribiendo como un violinista que no escucha al resto de la orquesta.
Pero a ti te gusta, o eso dices.
Pero esto no es sobre lo que te gusta a ti, es sobre lo que nunca digo que me gusta a mí... De ti.

Me gusta cuando ruedas los ojos, cuando dices que tengo una voz bonita cuando desafino todas las notas y que me río demasiado alto. Me gusta cuando estoy llorando y me abrazas, y me ruegas que deje de llorar, porque sé que cuando yo sufro, tu sufres el doble. Me gusta que me hagas tan feliz que llore de felicidad, porque sigo sin creerme que te tengo. Podrías tener a un millón de chicas. Pero sin embargo yo te tengo. Nos tenemos. Siempre lo hacemos todo juntos, ¿recuerdas?
Me gusta la cara que pones cuando te doy un beso más corto que una milésima de segundo.

Me gusta como me relajas, aunque ni siquiera estemos cerca. Me gusta como sin hablar me lo dices todo, sin palabras, como debería ser. Me gustan tus ojos pardos, o castaños, o a veces, incluso verdes. Depende de donde los mires.

Me gustan los koalas, pero eso ya lo sabías.

Pero por encima de todas esas cosas que me gustan de ti, me gusta como parece que cada pequeña cosa de ti, encaja a la perfección en mí, o casi a la perfección.

Tengo la increíble suerte de que me gustes. Y te guste. Y nos gustemos. Porque lo hacemos todo juntos, ¿recuerdas?

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